jueves, 19 de enero de 2023

Bicicletiar post-pandemia

 El hombre al que la hermanita le regaló la bicicleta, difiere mucho del que se la compro, precisamente bicicletiando, pero, hay una gracia considerable en su andar, en su pedaleo, que lo hace único, poderoso, magnánimo.


Y es que la manera de pedalear es puro fundamento, más que deseos de suprimir sus ansias es pura pasión, un amigo me decía que si uno lo saludaban mientras pedaleaba, o le preguntaban cosas, estaban siendo injustos con el  libre proceder del pedalista, algo de razón tenía: que le importa a un pintiparado pa dónde va uno, si lo importante es que uno quiere llegar primero, no acompañado.


con el tiempo aprendí que es mejor saludar eso si, presisamente es fácil ir con el calorcito del diálogo, claro, pero eso si: no con el frío de la derrota.


Tenía otro paciente que me dijo: -¡Teo!, cómprate una bicicleta, -¿para que?, le dije yo, -si vos lo que querés es sacarme de 2000 diarios para el bareto y dejarme botao, -pa soñar que soy campeón, -me decía, -pa dejar la bicicleta afuera sin pensar que se la van a robar, reiteraba.


En la bici entra el aire y sentís la nariz como pasando por todo obstáculo terrenal acaecido, llegar a la casa implica haber huelido cuanto glifosato ecuatoriano hay en la tierra.


es por eso que recuerdo tanto a mis amiguitos de bici, por que tanto ellos como yo, hubiesen preferido olersen el sobaco, que pensar que la bici les habla, o que los charcos son lagunas del globo terraqueo.


Cuando mi papá estaba vivo me decía que saliera tranquilo, que no había manera de detener a un ciclista cuchacho, y que la bicicleta servía pa todo, menos para dejarla oxidar.


Es por eso que agradezco tanto a mí hermanita, por que comprar una bicicleta es pa machos y yo prefiero dejarme las colas larguitas.